Capitulo 1° - Escalar para Caer, no para Fracasar: Como Tener Éxito sin Alcanzar el Tope.
traducción de Jim Collins
Matt y yo caminábamos alrededor de una curva del camino cuando me detuve en seco, para admirar la absolutamente hermosa laja de roca – suave y sutilmente desplomada- atravesada con una delgada fisura vertical del tamaño de los dedos que dividía justo la mitad de la gris-plateada pared de granito. “Puedes ver porque llamé a la ruta “Crystal Ball [Bola de Cristal]”, dijo Matt, apuntando hacia un agarre de cuarcita del tamaño de una bola de baseball cincuenta pies (17 metros aprox.) arriba.
Nos encordamos y salí hacia arriba de la ruta, pretendiendo un ascenso a vista. Un “ascenso a vista” significa que en tu primer intento escalas sin ninguna información anterior sobre los movimientos –más que la que puedas determinar mirando desde el suelo – y
sin ayuda artificial. Otros escaladores pueden haber escalado la ruta antes que tú, pero ellos no te han dado ninguna información de cómo escalar las secciones difíciles ni has visto a nadie más intentar la ruta. Para ti, en otras palabras, la ruta completa es una página en blanco. Tienes una sola oportunidad para escalar a vista. Una vez que comienzas a escalar, si vuelas habrás perdido la oportunidad para siempre.
Diez pies (3,3 mts. aprox.) debajo de la bola de cristal, mis pies comenzaron a resbalarse y escabullirse de los mañosos apoyos. Enredé mi pulgar alrededor de un pequeño borde, mientras pensaba- “Si solo pudiera sacar un poco de peso de mis dedos…” La adrenalina del intento a vista me hizo presionar en exceso cada agarre, tan duro como pudiera – como un maratonista ansioso que va demasiado rápido los primeros 800 metros, solo para pagar el precio por su indiscreción con ácido láctico y jadeantes respiraciones.
Si alguna vez has hecho la “prueba de elevaciones” [nota: prueba consistente en hacer el máximo de flexiones de antebrazos en una barra], puedes tener una noción de lo que se siente en una escalada deportiva de dificultad. Con la primera elevación, te sientes realmente fuerte – como si pudieras hacerlo para siempre. Pero, cuando te acercas a tu límite, exactamente el mismo movimiento que antes se sentía tan fácil se vuelve imposiblemente difícil. Si pudieras descansar por un minuto, podrías hacer dos o tres elevaciones más fácilmente. Una escalada deportiva de dificultad es similar a las sesiones de elevaciones: es una carrera hacia el final antes de que se te agote la energía. Exactamente el mismo movimiento que podría ser muy fácil si fuera el número uno, dos o tres, se vuelve más duro colocado en altura en una ruta, por decir, el movimiento 25, 26 y 27. Como decimos en el reino de las rutas empinadas – “el reloj está sonando apenas dejas el suelo”. Solo tendrás algunos minutos y segundos antes de alcanzar un punto donde tus brazos y dedos se estirarán y abrirán y caerás en picada hasta que, afortunadamente, la cuerda te atrape.
“Respira Jim. Relájate” La voz de Matt me calmó por un momento.
Reuní un poco de compostura mientras enganchaba mi pulgar y descansaba mis dedos, intentando controlar mi respiración, pero con poco resultado. Mi mente hablaba - “No estoy seguro si ir con mi mano derecha o izquierda hacia el borde de arriba… si me equivoco no podré retroceder… y si acierto no estoy seguro de tener suficiente energía para subir hasta la “bola de cristal”… y si no puedo llegar la “bola de cristal” no hay forma de que pueda enchapar el próximo punto de protección… ¿Cuánto caería?... Matt es un buen asegurador… espero haber chequeado mi nudo… Dios, mis dedos duelen… pero este es el pegue a vista… no puedo desperdiciarlo… solo tienes una oportunidad para encadenar a vista… pero ¿qué sucedería si lo intento y no logro enchapar?...será una caída enorme… pero no golpearé contra nada… solo volaré en el aire… sólo será el susto, pero no será inseguro… sólo hazlo… solo empuja… ¿qué tienes que perder?... desearía poder ir derecha izquierda derecha… pero no me gustan las caídas grandes…”
Tick, tick, tick – el reloj corría mientras yo vacilaba.
“Ok Matt, aquí voy”.
Mano derecha para traccionar. Pie izquierdo al borde.
“Uh oh” Error. ¡Debería haber ido al borde con mi mano izquierda! Giré mi cuerpo a la izquierda, tanteando por un borde, una canto, una arruga, ¡algo, cualquier cosa! que me permitiera acomodar mi mano derecha y mover mi mano izquierda hacia el borde lateral. Moví mis dedos derechos dentro de un borde pequeño que apuntaba hacia abajo y al lado (la dirección equivocada para un buen agarre); sabía que tenía menos de 20% de probabilidades de éxito. Si intentaba hacer el movimiento, tenía casi seguro una caída de 30 pies (10 mts. aprox.). Incluso si me las arreglaba para subir, mientras más alto llegara sin enchapar, mayor la caída. (“enchapar” significa pasar la cuerda por el mosquetón que cuelga desde un bolt. En la mayoría de las rutas modernas, como “Crystal Ball”, la primera persona en equipar la ruta debe instalar bolts de protección permanentes en la roca para enchapar la cuerda. Estos bolts existen solo para atraparte en una caída, no te ayudan a escalar la roca. Si caes escalando de primero (punteando) desciendes unas 2.5 veces la distancia hasta tu última enchapada existosa).
“Fuera!” le grité a Matt
“No” gritó de vuelta. “Estás a solo tres movimientos de “Crystal Ball”. Puedes recuperarte ahí”
“Fuera” repetí, con enfático enojo.
Y me dejé ir, cayendo sobre la cuerda en una agradable caída controlada.
Colgué de la cuerda por aproximadamente 10 minutos, recuperándome; luego me aproximé a la roca al final de la cuerda, me tomé de los agarres y escalé hasta el final, tal como si hubiera descansado descolgado de un test de elevaciones. Pero obviamente no contaba. No había hecho un pegue a vista limpio. E incluso, pensaba más tarde durante el día, había logrado ascender la ruta desde el comienzo hasta el final sin caer – una ascenso exitoso desde la mayoría de la visiones – y sin embargo, había fallado. No en la escalada, sino en mi mente. Cuando me enfrenté al momento del compromiso, el momento de la decisión, el momento de ir por el pegue a vista… bueno, lo dejé ir. Escalé para fracasar y no para caer.
Fracasar o caer. La diferencia es sutil, pero es un mundo de diferencia. Cayendo, también fallas en lograr la ruta, pero nunca te das por vencido. Escalar para caer significa estar un 100% comprometido para subir, a pesar de las probabilidades en contra. Uno encuentra su límite solo cuando escala para caer, no para fallar. Seguramente tenía menos de 20% de probabilidades de llegar a la “Crystal Ball”, pero como rendí, nunca lo sabré realmente. Quizás podría haber tenido una reserva adicional, quizás me podría haber sorprendido a mí mismo y tenía un extra de energía para hacer un movimiento más. O quizás – y esto resultó ser cierto – el siguiente agarre es mejor de lo que se ve. Y ese es el problema en el pegue a vista, no sabes como se sentirá el siguiente agarre. Es la ambigüedad – sobre los agarres, los movimientos, la habilidad de enchapar – que hace del compromiso al 100% en la escalada a vista tan difícil.
Una de mis maestras para la vida, la gurú de diseño Sara Little Turnbull, prácticamente me regaló un agarre en la roca cuando me citó su discurso en la Conferencia de la Fundación de Diseño Corporativo en 1992:
Si no te
Estiras
No sabes
Donde
Esta el borde
Turnbull, directora del laboratorio de Proceso de Cambio de la Universidad de Standford, cimentó una carrera distinguida como consultora de diseño para grandes corporaciones como Corning o 3M. La Fundación de Diseño Corporativo describía a Turnbull como “el arma secreta de los Gerentes Generales en el desarrollo de productos de diseño”. Turnbull me dijo una vez que algunos de sus mejores diseños aparecieron mientras se encontraba al borde de un concepto fracasado, pero que ella no dejaba ir. Por su puesto, muchas de la veces – de hecho, la mayoría – sus diseños-a-punto-de-fracasar terminaban siendo fracasos. Pero de vez en cuando, sin vacilaciones entre medio, lograba impulsarse a un nivel completamente nuevo donde algo extraordinario aparecía. “Y por supuesto, ahí es cuando el progreso aparece” me dijo. “Tienes que estar al borde del fracaso y luego sorprenderte a ti mismo. Simplemente pasas a un nivel superior”. Caer, no fallar.
En mis investigaciones sobre grandes compañías, noté que los mejores ejecutivos entendían instintivamente esta idea. Darwin Smith tomó una decisión estilo “caer v/s fallar” para dar el salto con su compañía hacia la grandeza. Durante cien años, Kimberly-Clark languidecía entre la mediocridad, con la mayoría de sus negocios puestos en tradicionales molinos para papel recubierto. Smith se dio cuenta que el mejor intento de salto a la grandeza de la compañía se encontraba en el área de artículos basados en el consumidor, donde tenían un negocio secundario llamado Kleenex – una marca que se ha convertido en sinónimo de categoría, como Coca-Cola o Xerox. Pero ¿cómo llevar a la toda compañía a un compromiso pleno para hacer grande el negocio basado en el consumidor, cuando el volumen histórico de la compañía y sus ingresos residían en la industria tradicional del papel? Como un general que quema los botes después de desembarcar dejando a sus soldados sin opción a arrepentimientos, Smith decidió vender los molinos. Vendería incluso el molino en Kimberly, Winconsin, apostando por modificar todos los procedimientos hacia el negocio del papel basado en el consumidor para colocarse palmo a palmo contra competidores como Scott Paper y Procter & Gamble. Wall Street lo ridiculizó, los medios de negocios lo sentenciaron y los analistas escribieron despiadados comentarios sobre el movimiento de la empresa. Después de todo, ¿como una mediocre compañía de papel entraba al negocio del consumo entre los gigantes? Pero al final, la decisión de Smith dio frutos. Kimberly-Clark se convirtió en la empresa número uno del mundo en productos de papel basados en el consumidor, batiendo a Procter & Gamble en seis de ocho categorías.
En jerga escalatriz, Smith eliminó la posibilidad de “tensar” (decirle a tu asegurador que tire de la cuerda para ofrecerte una caída controlada, como yo hice con Matt cuando fallé en “Crystal Ball”) Por supuesto, no había garantía que Kimberly-Clark pudiera tener éxito en su negocio, podrían haber sufrido una enorme caída, pero Smith entendió que el único camino al éxito radica en el compromiso total con escalar a caer. Cualquier nivel de compromiso menor a este y Kimberly-Clark nunca se habría convertido en una gran compañía.
Yo ahora veo la vida como una serie de elecciones para caer o para fracasar. Como en un pegue a vista, el próximo “agarre” en la vida permanece incierto, ambiguo. Y esa misma ambigüedad nos impide realizar un intento 100% comprometidos. Fracasamos mentalmente. Nos dejamos ir. Preferimos una caída controlada, en vez de arriesgarnos a una caída mayor. Pero, como con la mayoría de las escaladas deportivas de dificultad, intentar “ir para caer” en la vida es escalofriante, pero no peligroso. Ya sea comenzando un nuevo negocio o publicando un nuevo libro o intentando un nuevo y extravagante diseño, caer raramente significa la perdición. Y lo más importante… la única manera de encontrar tu verdadero límite es escalar para caer, no para fracasar.
A mis 44, mi cuerpo no me permite tirar de los agarres como cuando tenía 20. Pero desde entonces, he aprendido que lo que pierdes en fuerza física lo puedes ganar incrementando tu fuerza mental. Por lo tanto, sigo practicando en la roca desplomada, intentando escalar para caer. Incluso, he redefinido el concepto de “éxito”, más en términos de la calidad de mi esfuerzo mental y menos en términos de llegar al final. Mantengo un registro en mi Palm Pilot (dispositivo electrónico) de mis pegues a vista más duros. En una lista reciente se lee:
2002 INTENTOS A VISTA DIFÍCILES
ALCANZADOS EL TOPE: 24
ESCALADOR PARA CAER: 18
FRACASADOS (ME RENDÍ/ABANDONÉ): 16
TOTAL INTENTOS: 58
% DE ÉXITO: 72%
(ENCANDENADA + A CAER)
Nótese que calculé la tasa de éxito no sólo como el porcentaje de veces que alcance el final, sino como el porcentaje de veces que encadené MÁS el porcentaje de veces que escalé para caer. Sólo el otro día, durante una sesión de escalada, no encadené ninguna ruta. Ni una. Aún así, fue uno de mis días de escalada más exitoso, debido a que escalé para caer en todos los pegues. Me sentía bien en el retorno a casa porque mi mente se sentía fuerte ese día, comparado con el sentimiento de debilidad en la mayoría de los otros días. Al final de todo, escalar no se trata sobre conquistar la roca; se trata sobre conquistarse a uno mismo. Y justamente sobre eso trata escalar para caer.
La habilidad de cambiar tu forma de pensar – de incrementar tus probabilidades no incrementando únicamente tu capacidad física, si no modificando tu forma de pensar – es una dimensión clave de la escalada como sala de clases. Pero la distinción entre caer y fracasar es solo el salto mental. Algunas veces, también implica transportarse a uno mismo hacia el futuro.
con permiso de Jimm Collins
http://www.jimcollins.com/article_topics/articles/hitting-the-wall.htmlReseña sobre Jim Collins
Jim Collins es estudiante y profesor de fortalecimientos y durabilidad para grandes compañías – como estas crecen, como alcanzan una ejecución superior, como se transforman en grandes compañías. Habiendo invertido casi un cuarto de siglo en investigar el tema, Jim es autor y co-autor de seis libros que han vendido en total más de diez millones de copias en todo el mundo. Entre los títulos se encuentra el clásico “Built to Last”, indexado en la lista de bestseller de Businessweek por más de seis años; el bestseller internacional “Good to Great”, traducido a 35 idiomas y “How the Mighty Fall”, a New York Times bestseller que examina como las grandes compañías se pueden auto-destruir.
Impulsado por una implacable curiosidad, Jim comenzó su investigación y carrera como profesor en la Escuela de Negocios de Postgrado de la Universidad de Standford, donde recibió el Premio de Distinción a la Docencia en 1992.En 1995, fundó el laboratorio de administración en Boulder, Colorado, desde donde ahora conduce investigaciones y asesorías con ejecutivos del sector corporativo y social. Ha trabajado con gerentes generales y ejecutivos de cientos de corporaciones. También ha trabajado con organizaciones sociales de todo espectro, desde educativas y artísticas hasta religiosas, salubrísticas, de gobierno local y sin fines de lucro.
Jim es un ávido escalador de roca, realizando la ascensión de la cara norte del “Half Dome” en un día y completando la ruta de 3000 pies (1000 metros aprox.) “El Captain” en la zona de “The Nose” del valle de Yosemite.